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Foto del escritorJordi Parpal

Las politicas públicas sobre biodiversidad. El caso de los polinizadores. ¿En verdad funcionan?

Esta mañana estaba visitando la página web de la revista española de Agroinformación y me llamó la atención una noticia: "Los auditores consideran que el efecto de las medidas de la PAC para frenar el declive de los polinizadores ha sido limitado". Varias cosas se me vienen a la mente sobre esta cuestión, ¿será que no están bien planteadas? ¿será que no son suficientes? o, simplemente, no se aplican adecuadamente.


Cuando buscamos soluciones a cuestiones complejas, como el declive de los polinizadores, nuestro planteamiento -o, al menos, el de los tomadores de decisiones- tiende a simplificar la cuestión y buscar respuestas enfocadas en uno solo o en muy pocos de los factores que provocan el problema. Aunque hagamos un diagnóstico correcto de la problemática -cosa que frecuentemente se olvida-, la complejidad de los factores que generan el problema hace que no seamos capaces de encontrar soluciones holísticas y tendamos a hacer propuestas segmentadas.


En el caso de los polinizadores, efectivamente, tal y como se pone de manifiesto en el artículo, los factores que causan su declive son muchos y muy diversos. Obviamente, los pesticidas son uno de los factores principales, pero muchos otros suman: contaminación de los ríos, deforestación, cambios de uso del suelo, urbanización, frecuentación humana, incendios,... La Unión Europea adoptó una Iniciativa sobre polinizadores en 2018 que se apoyaba en la Estrategia sobre biodiversidad 2010-20, actualizada ahora hasta 2030. Ambas están bien planteadas y, indudablemente, han servido para orientar las políticas públicas que se interrelacionan con la conservación del patrimonio natural. Aún así, según los auditores, se han quedado muy cortas...¿Por qué?

En primer lugar, cabe destacar que el impacto de las políticas públicas no depende solamente de los gobernantes que las promulgan si no, en buena medida, de la responsabilidad de quien las tiene que aplicar. Si el ciudadano no comparte el espíritu con el que se diseñó, difícilmente ésta puede ser aplicada de manera eficaz ya que siempre se buscará la manera de burlarla. Esto puede ser por desconocimiento de la importancia de los polinizadores para las actividades productivas primarias, por desconocimiento de cómo aplicar correctamente las propuestas planteadas o, sobretodo, por excesivo individualismo del productor, que piensa exclusivamente en la ganancia a corto plazo. Muchas veces también influye la actitud del responsable público en su aplicación, el primero que, a menudo, no se cree sus propias políticas. Para muestra véase en el artículo lo que se comenta sobre las autorizaciones de emergencia para usar neonicotinoides con posterioridad a su prohibición en lugares abiertos.


En segundo lugar, el abordaje del problema de los polinizadores solamente desde el aspecto de los plaguicidas y su vínculo con el sector agrícola, aunque útil, no nos permitirá acabar con el problema. Hay que diseñar políticas integrales, empezando por una correcta planificación territorial, que nos permita minimizar todos los aspectos que derivan en la pérdida de biodiversidad, en este caso de insectos polinizadores. También debemos ser capaces de incorporar los aspectos de conservación de la biodiversidad en otras políticas públicas que, aparentemente, no tienen nada que ver. No podemos negar que un nuevo desarrollo urbanístico -o turístico- tiene sus repercusiones; o que un nuevo regadío genera cambios que son muy difíciles de compensar. Incluso políticas sociales concretas también tienen efectos sobre la biodiversidad que deben analizarse desde su planeación incial.


Finalmente, también es importante señalar que el conocimiento sobre la ecología de los insectos, de sus requerimientos ecológicos y el motivo último de su declive, a veces no es suficiente. Un esfuerzo de investigación en esta dirección es necesario para definir mejores y más adecuadas propuestas para frenar la pérdida de insectos en el mundo rural.


No podemos negar la evidencia, el conocido como "efecto parabrisas" -cada vez aplastamos menos insectos en el parabrisas- está aquí y es responsabilidad de todos buscar soluciones. Desde un consumo responsable de productos ecológicos hasta una producción responsable por parte de los productores de alimentos pasando por un diseño y una aplicación adecuada de políticas que nos permitan reducir la pérdida de polinizadores a corto y medio plazo. La supervivencia de nuestro estilo de vida actual depende de ello.

¿Te apuntas?

 


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